Negocios y familia: mejor la gestión por separado

negocios-familiaLos expertos abogan por separar la gestión de los negocios familiares de la del patrimonio. Con ello se consigue una mayor diversificación y reducción del riesgo.

Los negocios y el patrimonio familiar, cuanto más separados mejor. Esta es una de las principales conclusiones del panel de debate «Estrategias de gestión y planificación patrimonial en la empresa familiar» celebrado en el marco del I Foro Exclusivo en Gestión Integral del Patrimonio Familiar organizado por INVERSIÓN & Finanzas.com. 

Si algo tienen muy claro los expertos es que los negocios de la empresa familiar van por un lado y las inversiones patrimoniales por otro. Y es una decisión que se debe tomar desde el principio. Alejandro Ormazábal, vicepresidente del grupo Velatia, que factura alrededor de 600 millones de euros y emplea a más de 3.000 personas, explica cómo en su familia está separada la gestión de la empresa de la del patrimonio familiar, algo que su padre se cuidó de dejar atado desde el principio. «Ya en los años ochenta, con la crisis del petróleo, mi padre se puso en manos de un asesor fiscal para formar un patrimonio familiar y dotar de una cierta garantía a la familia en caso de que la empresa fuera mal», apunta este directivo.

Hay que tener en cuenta que la familia es especialista en su negocio industrial, e incluso dentro de este ámbito dominan áreas como la contabilidad. Pero otra cosa es la gestión financiera de su propio patrimonio. Y aquí es muy importante la separación de funciones entre el gestor de los negocios y el del patrimonio familiar. «La diferencia entre una gestión profesionalizada de lo que es el grupo familiar y la del propio negocio es muy sana», sostiene David Nuevo, director de Planificación Patrimonial de Banca March. Lo normal es que alguien monte un negocio, que es de lo que sabe, y lo lleve de manera muy personalista. Luego llega la segunda generación, donde ya aparecen algunos conflictos, pues puede haber accionistas (hermanos) que no se impliquen directamente en la gestión.

Al haber intereses distintos, también habrá necesidades diferentes para los propietarios. «Empezar por elaborar un buen mapa de riesgos es fundamental para que el patrimonio familiar empiece a tener una consolidación», apunta Manuel Álvarez Rodríguez, director de Desarrollo Vida y Pensiones de CASER. ¿De qué riesgos hay que protegerse? Por un lado, dice este experto, «la empresa familiar se mueve dentro de un sector, y si éste va mal, existe el riesgo de que se ponga en peligro todo el patrimonio familiar». Y en segundo lugar, «hay tener en cuenta a las personas absolutamente clave en la empresa familiar, que tienen que estar muy protegidas. Así, se crearon unos seguros de vida específicos para ellos de modo que, ocurra lo que ocurra, subsista el patrimonio familiar y las empresas no duren décadas sino generaciones», recuerda Álvarez.

Estructura societaria

Una vez cubiertos los riesgos, es importante pensar en la estructura accionarial y de propiedad que debe tener el grupo familiar. A este respecto, David Nuevo aboga por un «plan de sociedad cabecera, con distintas filiales, cada una de ellas asumiendo una actividad totalmente diferenciada y exenta de riesgo». Se trata de crear «compartimentos estanco donde los flujos de cada actividad pueden ir a la sociedad matriz sin prácticamente fiscalidad, para repartir las necesidades de caja de modo que los riesgos queden solo adscritos a cada una de las sociedades», apunta Nuevo. Así, al separar la actividad empresarial de la patrimonial se reducen los riesgos. Por ejemplo, las estructuras de holding, «son muy atractivas, más con las últimas reformas», recuerda el experto de Banca March.

En grupos familiares con una dimensión grande y donde pueden haber miembros de la familia que no van a participar en la gestión del día a día, David Nuevo propone «regular protocolos o hacer un buen testamento, con pacto de accionistas y estatutos», que contemplen aspectos como la transmisibilidad de los títulos accionariales de la sociedad holding o el reparto de dividendos obligatorio dentro de un porcentaje del beneficio neto.

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