La empresa familiar, preparada para crecer

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Casi el 60% de las compañías optó por revertir sus ganancias.

 

Las empresas familiares comparten unos valores que las hacen especiales. Austeridad, prudencia, capacidad de sacrificio, compromiso y, especialmente, visión a largo plazo, son algunos de los factores culturales que condicionan de una manera extraordinaria la gestión y la forma en que una compañía de este tipo diseña su estrategia y su desarrollo.

En contraposición a los objetivos de tipo económico -como por ejemplo rentabilidad y beneficio- que priman en mayor medida en las empresas no familiares, las que sí comparten este rasgo genético tienen un reto que destaca por encima de todos los demás: la supervivencia.

Recientemente el Instituto de la Empresa Familiar (IEF) ha presentado el informe Factores de Competitividad y Análisis Financieros en la Empresa Familiar, elaborado por el Instituto y su Red de Cátedras de Empresa Familiar, patrocinado por el Banco de Santander, y que pone cifras a algunas de estas singularidades, centrando, además, el análisis en los últimos años de recuperación económica. Para ello, se ha trabajado con una base de datos de más de 118.000 empresas y con una encuesta realizada entre 1.005 compañías significativas.

La principal conclusión es que las empresas familiares españolas han aprovechado la salida de la crisis para reducir endeudamiento, aumentar sus plantillas y mejorar la productividad y la rentabilidad, cuestiones todas ellas que han contribuido de manera destacada al fuerte crecimiento económico registrado por nuestro país.

Así, en el periodo 2013-2015, las empresas familiares dieron un importante impulso a sus ventas, con un incremento acumulado superior al 10%. La productividad mejoró un 5% y la rentabilidad casi un 6%.

En este último punto, hay que señalar que el tópico de que las empresas familiares son menos rentables que las no familiares queda desmontado cuando hablamos de las compañías con más de cien trabajadores. En ese nivel, las empresas familiares destacan de forma clara, con una rentabilidad del 8,1%.

El tradicional compromiso de la empresa familiar española con el empleo, especialmente destacable durante la crisis, se ha mantenido y reforzado en estos primeros años de recuperación, con un crecimiento total de las plantillas del 5,3%, que se dispara por encima del 10% en el caso de las empresas que superan los 50 empleados.

La crisis y las dificultades para acceder a recursos ajenos han obligado a las empresas a reconsiderar sus estrategias de financiación. Así, casi el 60% de las compañías familiares españolas han optado en los últimos años por no repartir beneficios, reinvirtiendo los mismos en la propia empresa. Este cambio de filosofía les ha permitido, además, recortar en casi 20 puntos el ratio de endeudamiento sobre pasivos totales, para situarlo en poco más del 50%. Se calcula que las empresas familiares españolas financian ya en torno al 50% de sus inversiones con recursos no exigibles, lo que resulta coherente con ese objetivo del largo plazo expresado de forma reiterada.

La mencionada cuestión de la supervivencia como principal objetivo se pone de manifiesto también a la hora de analizar la tasa de mortalidad de las empresas españolas. La de las no familiares supera el 10%, mientras que en las familiares se sitúa 1,6 puntos porcentuales por debajo, en el 8,5%. Queda claro, pues, que la empresa familiar es más resistente, quizá por esos valores de sacrificio y compromiso que mencionábamos al comienzo.

También es cierto que este factor, el de la mortalidad, está estrechamente ligado con la dimensión. El éxito o el fracaso de las empresas en general, y de las empresas familiares en particular, depende en gran medida de su capacidad para crecer. Porque una empresa que crece tiene más probabilidades de perdurar en el tiempo.

Sin embargo, las empresas perciben de forma clara la existencia de barreras que limitan su crecimiento, aunque éstas difieren según el tamaño. Para las Pymes, los principales obstáculos son el marco institucional, la legislación -especialmente la autonómica- y la escasez de financiación externa. Las compañías de mayor tamaño, sin embargo, consideran como sus principales retos en este capítulo la coyuntura económica y la falta de personal cualificado.

Los datos justifican la importancia que el Instituto de la Empresa Familiar viene dando en los últimos años al tema de la dimensión empresarial, elaborando estudios y propuestas que se han presentado al Gobierno y a los diferentes agentes sociales, para propiciar que las empresas, familiares o no, puedan alcanzar el tamaño adecuado para competir con éxito en el ámbito internacional.

Fuente: Eleconomista.es

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